Ramón lleva 26 años encerrado en su propia cama, por un accidente que le dejó tetrapléjico. Está cansado de hacer sufrir a los demás, y de sufrir él mismo, y decide que lo mejor es morir. Muchos en su situación se quitan la vida recurriendo a accidentes tapados de cualquier manera, por ser ilegal en España la eutanasia.
Pero Ramón es un luchador. Tiene tan clara su decisión de morir, que llega hasta los tribunales para que le permitan hacerlo legalmente. Mientras pasa los días escribiendo y soñando con volar fuera de su habitación, busca la forma de quitarse la vida si no se lo permiten los jueces.
No le es favorable el dictamen judicial, y la historia de Ramón termina con su suicidio asistido, pero a escondidas, a pesar de sus intentos de que la sociedad acepte y entienda situaciones como la suya.
Respecto a la película de Alejandro Amenábar, son dos horas de pura poesía. Un enorme Javier Bardem muy bien acompañado por el resto de los actores. Quizá demasiada carga 'sbrexual' y a mi me sobró parte del alivio cómico, pero ignoro por completo la biografía real del personaje en ese sentido.
Sólo tengo una pega. La caracterización de Ramón es magnífica, pero (aunque tendría que volver a verla) me dió la impresión de que la cantidad (o calidad) del maquillaje de Bardem decrecía mucho según avanzaba la película. Me pareció que en algunas escenas apenas llevaba, y era el Javier Bardem de toda la vida, con una simple peluca.
De las grandes bandas sonoras que Amenábar ha creado hasta ahora, esta quizá sea mi favorita. Sólo con oirla te transportas fácilmente a cualquier rincón de Galicia. Se me llena la boca de sabor a vino Corales (es algo personal) y pulpo.
El camino de vuelta en el coche al salir del cine de madrugada fue en completo silencio. Aún se me pone la piel de gallina cuando escucho estas estrofas.
Mar adentro,
mar adentro.
Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
'más adentro', 'más adentro'
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos