Luiyología

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LuisGC

3-Minute Read

Anoche terminé de releer Yo, Robot, de Isaac Asimov.

Como le dije a Tindriel hace unos días, después de pasar por El Código da Vinci y Eragon, necesitaba algo auténtico, una lectura con gozo asegurado, para recuperar un poco la motivación. Yo, Robot garantiza todo esto.

Esta corta novela esta dividida en nueve relatos cortos, conectados entre sí aunque pueden tratarse independientemente. Todos ellos geniales y completamente originales.

Destaca principalmente por el sentido de cotidianeidad que otorga en 1950 Asimov a un Universo repleto de robots. No sólo parece que sea de lo más corriente, además todo cuadra con la más perfecta lógica.

Lectura imprescindible. Altamente recomendada. Os copio un fragmento orientativo acerca de las Tres Leyes de la Robótica que ideó Asimov, así como su funcionamiento y problemática.

I, Robot de Isaac Asimov
I, Robot de Isaac Asimov

Yo, Robot

Isaac Asimov

Kallner frunció el entrecejo y se pasó la mano por la frente.

- Los robots anteriores nos han creado complicaciones. Nuestros hombres trabajan mucho con radiaciones intensas, ¿comprende? Es peligroso, desde luego, pero se toman las precauciones razonables. No ha habido más que dos accidentes desde que empezamos, y ninguno ha sido fatal. Sin embargo, era imposible explicar esto a un robot ordinario. La Primera Ley declara y se la citaré "Ningún robot puede dañar a un ser humano, o por inacción, permitir que un ser humano sufra daño".

»Esto es elemental, doctora Calvin. Cuando es necesario que uno de nuestros hombres estuviese expuesto por un corto período de tiempo a un campo gamma moderado, que no tuviese efectos psicológicos, el robot más cercano se precipitaba a sacarlo de allí. Si el campo era excesivamente débil, lo conseguía, y el trabajo quedaba interrumpido hasta que todos los robots eran retirados. Si el campo era ligeramente más fuerte, el robot no llegaba nunca al técnico afectado, ya que su cerebro positrónico sucumbía bajo las radiaciones gamma, y nos encontrábamos privados de un robot caro, y difícilmente reemplazable.

»Tratamos de discutir con ellos. Su punto de vista era que un ser humano en un campo gamma exponía su vida, y que nada importaba que pudiese permanecer en él durante media hora sin peligro. Supongamos, decían, que se olvidaba y permanecía una hora. No podía correr riesgos. Les hacíamos ver que sólo había una remota posibilidad de que perdieran la vida. Pero el instinto de conservación es sólo la Tercera Ley de la Robótica, y la Primera Ley de Seguridad viene primero. Les ordenamos estricta e imperativamente mantenerse fuera del campo gamma a toda costa. Pero la obediencia es sólo la Segunda Ley de la Robótica, y la Primera, la de la seguridad, viene primero. Doctora Calvin, o prescindíamos de los robots, o hacíamos algo con la Primera Ley, y esto fue lo que elegimos.

- No puedo creer que encontrasen el modo de suprimir la Primera Ley - dijo Susan Calvin.

- No fue suprimida, sino modificada. Se construyeron cerebros positrónicos que poseían sólo el aspecto positivo de la ley, que dice: "Ningún robot debe dañar a un ser humano". Eso es todo. No tienen la obligación de evitar que un robot sufra daño debido a un factor extraño, como los rayos gamma.[...]

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