(cuarto artículo sobre mi viaje a Japón, en los siguientes enlaces podéis leer el resto)
- Japón (I): paraíso de la tradición, la modernidad y el frikismo
- Japón (II): Llegada a Japón, Nagoya y Takayama
- Japón (III): Kyoto
Osaka
Osaka fue una de las ciudades que más disfrutamos, más allá de la parte cultural y monumental. Es conocida por su gastronomía y su ocio nocturno, y no nos defraudó aunque seguramente no fue en el lugar en el que mejor comimos. Estuvimos más días de lo normal, pero es cierto que uno de los días volvimos a Kyoto (está al lado), otro día desde allí fuimos a Nara y otro día completo más lo dedicamos al Parque Universal.
Debo decir que lo primero que hice al llegar fue cortarme el pelo en una barbería pequeña que se encontraba en los pasillos de una estación de metro. Las fotos que veréis a partir de este momento reflejan ese corte estilo Osaka.
La primera noche no dudamos en acercarnos a conocer el famoso Dotonbori: un entramado de calles comerciales (mayoritariamente cubiertas) llenas de tiendas y restaurantes de todo tipo. Carteles luminosos gigantescos, fachadas con muñecos o figuras animadas, pantallas de publicidad con sonido, y en definitiva estimulos infinitos tratando de captar tu atención. Esta zona de Osaka es única, no vimos nada tan loco ni siquiera en Tokyo. La fina lluvia que caía le daba un toque Blade Runner adicional.
Al día siguiente nuestro primer destino fue visitar el Castillo de Osaka. El castillo en sí está reconstruido completamente y apenas contiene trazas de materiales o técnicas originales pero en cualquier caso es una visita recomendable. Está en lo alto y es inmenso, por lo que desde arriba hay unas vistas espectaculares, y dentro contiene un museo bastante interesante. El castillo está rodeado por un gran parque que también merece la pena pasear y disfrutar. Hay una parte de los jardines que requiere entrada, pero incluye alguna exposición y acceso a varias torres por lo que resulta un buen complemento a la visita al castillo principal.
Desde el castillo bajamos en metro hasta el barrio de Tennoji Ward. Antes de recorrer sus templos decidimos parar a comer en un restaurante de soba tradicional (Shitennoji Hayauchi) con buenas reseñas. En el breve rato en el que estuvimos esperando mesa entré a cotillear en una tienda de antigüedades y artículos de segunda mano y salí de allí con un juego de sake con jarrita y varios vasos hecho a mano que me encantó. La (casi centenaria) persona que me atendió puso un empeño enorme para envolver todo de forma perfecta. Si hubiera estado abierto cuando salimos de comer, creo que habría comprado más cosas.
En esta zona visitamos los templos budistas de Shitennoji, incluyendo subida a una pagoda de 5 plantas, y vimos por fuera el interesante templo budista de Isshin-ji (no pudimos entrar por una celebración religiosa). Entramos al Parque de Tennoji y paseamos lo más tranquilos que pudimos porque estaba muy animado. Tenían conciertos, espectáculos de magia en algún rincón, y en general bastante gente pasando el día de picnic. En este parque vimos los campos de fútbol Capitán Tsubasa (la serie que en España conocemos como Campeones: Oliver y Benji).
Chema: En el parque probamos una especie de buñuelos o agujeros de donut que vendían en un puesto ambulante y que parecían bastante populares entre la gente local. La verdad es que era una especie de masa de tortita americana en forma de buñuelo, sin más, pero nos dieron energía para el resto del paseo hasta la hora de comer.
Desde el parque atravesamos por encima el zoo de Tennoji para llegar al barrio de Shinsekai, una zona que se ha puesto de moda más recientemente y también está llena de restaurantes y tiendas, en este caso con cierta especialización en locales de azar. Este barrio es muy popular y fotogénico por su Torre Tsūtenkaku de 103 metros, a la que se puede subir pero nosotros no lo hicimos.
Rematamos ese día en el Osaka Craft Brewing Festival, que se celebra una vez al año y casualmente nos pilló allí. No podíamos no ir a un festival con sake y cerveza artesanales, así como no podíamos no probar un montón de variedades (incluso de vino). El vino era malísimo y las tres o cuatro cervezas que tomamos muy normalitas, pero los sakes sí estaban muy ricos. A medida que avanzaba la noche todo nos entraba incluso mejor, por qué será. El paseo de esa noche por Dotonbori después de darlo todo en el festival fue bastante más divertido, la pena es que no encontramos ningún karaoke abierto. Lo que sí hicimos fue subir a la increíble noria que emerge de la fachada de la popular tienda Don Quijote. ¿Dónde más puedes encontrar una noria dentro de una tienda?
Hay otras zonas interesantes en Osaka si vais con tiempo: Nipponbashi Denden Town y sus tiendas, la isla de Nakanoshima con sus jardines, o el distrito de Umeda con sus rascacielos.
Universal Studios y Super Nintendo World
Una de las visitas más esperadas, que al final supuso un esfuerzo económico importante en relación al resto del viaje (en parte por nuestra culpa/torpeza), fue la que hicimos al Universal Studios Japan, y más específicamente a la zona de Super Nintendo World que se encuentra dentro del parque.
Parece ser que hay atracciones y ambientación idénticas en otros parques de Universal, pero para mi todo era nuevo y lo que convierte a este parque en único (al menos por ahora) es la zona dedicada a Nintendo y Super Mario. Además, dudo que en otros parques haya tal densidad de gente vestida/disfrazada como en este por la afición que tienen los japoneses tanto al cosplay como a ir conjuntados en pandilla. Nuestra visita coincidió con época pre-Halloween y por un lado el parque estaba muy tematizado y por otro eso pudo hacer que un porcentaje mayor aún de los visitantes fuera disfrazado. Por un motivo o por otro, mirases donde mirases había gente con vestidos y trajes muy currados.
El parque en general me pareció una pasada y el ambiente me encantó. Había muchísima gente (casi todos los días hacen sold out) y eso fue problemático en algunas atracciones y para comprar comida/bebida, pero en general nos pudimos organizar para montar en todo lo que quisimos sin esperar colas excesivas usando la fila de singles. Casi todas las atracciones tienen tres filas: la normal, la express (que está limitada, además de costar un extra) y la de gente suelta para rellenar huecos en los vagones.
Me encantaron varias atracciones: la maldición de Sadako (una montaña rusa con temática de The Ring con casi todo el recorrido en completa oscuridad), la atracción acuática (sin tener que mojarse) de Tiburón (muy bien preparada, creo que esta puede ser de las que te encuentras en parques de otros países), el brutal espectáculo de acción acuática basado en WaterWorld, y un pasaje del terror con todos los monstruos clásicos de Universal (tienen los derechos de casi todos los que se te vienen a la cabeza). Sin duda la atracción que más nos gustó fue The Amazing Adventures of Spider-Man, una montaña rusa en 4D que realmente era inmersivo. Leí en su día que había ganado muchísimos premios, y leo ahora con pena que cierra a primeros de 2024 después de 20 años operativa. Es la única atracción que repetimos porque a ambos nos encantó. La atracción de Mario Kart dentro de la zona de Super Nintendo merece mención aparte.
También nos impresionó la zona de Harry Potter, aunque yo no soy muy fan y estaba demasiado petada de gente. Además, creo que esto sí lo puedes encontrar en otros Universal Studios.
El acceso a la zona de Super Nintendo está mucho más restringido, ya que por temas de aforo no puedes pasar aunque tengas la entrada al parque. Requiere que hayas reservado una hora para entrar y no hay horas disponibles para que todos los visitantes del parque puedan entrar. Además, la hora para entrar sólo puede reservarse una vez has entrado al parque y tras validar tu entrada en los tornos del parque. Todo esto nos supuso bastante cabreo y frustración porque habiendo llegado a primerísima hora, sólo conseguimos entrar a la zona de Super Nintendo a última hora, ya de noche y con poco tiempo para disfrutar de esa zona.
Centrándome en lo positivo Super Nintendo World es una maravilla. Mires donde mires está decorado con el máximo detalle y está todo cuidadosamente colocado. Opcionalmente puedes comprar una pulsera que te permite interactuar con casi todo lo que hay y conseguir puntos. La pulsera vincula tus acciones a tu usuario de forma que puedes conseguir logros, competir con amigos, etc. No es necesaria la pulsera para interactuar con los bloques que hay por todas partes y sonará el sonido del videojuego, pero si lo haces con la pulsera además te dará puntos.
La atracción de Mario Kart es otra manera de conseguir puntos, si al subirte al coche pasas la pulsera por el volante. Es una recreación bastante fiel del juego de consola, pero llevado al mundo físico. No controlas el avance del vagón por el recorrido de la atracción (el mismo vagón lleva a varios jugadores), pero sí que vas girando el volante, cogiendo premios, disparando platanos o caparazones, etc. como harías en el video juego. Si haces coincidir el giro del volante con el giro esperado en el recorrido o si lanzas un caparazón a un rival y le das, te dan puntos extra. Lástima que tuviéramos que dedicar buena parte del teimpo dentro de la zona de Super Nintendo a esperar la cola de esta atracción… en esta ocasión la fila de singles no funcionó porque el propio diseño de la atracción hace que los huecos sueltos para rellenar sean más infrecuentes.
En resumen, un dineral que sólo compensa si tienes mucha pasión por el universo de Super Mario (y si tienes el dinero).
Chema: Como fan de Super Mario puedo confirmar que se trata de una experiencia única. La recreación de personajes, escenarios y ambientación en general es espectacular, con muchísimos guiños más o menos evidentes a todo el lore de la saga. A pesar de las dificultades que nos fueron surgiendo, siempre guardaré este recuerdo como algo único, y cualquier persona fan de ese universo que pueda permitirse encajar una visita como esta en su viaje debería considerarlo.
Nara
Como decía más arriba, nosotros decidimos ir a Nara desde Osaka en lugar de ir desde Kyoto. La gente relaciona Nara con Kyoto por su pasado imperial, pero realmente está mejor comunicado y más cerca de Osaka. En cualquier caso está accesible desde ambas ciudades.
Nara fue la capital de Japón y residencia del Emperador durante casi todo el siglo VIII, y por ello tiene bastantes lugares interesantes a lo largo de la ciudad. En cualquier caso lo que la mayor parte de la gente visita (y lo que nosotros visitamos) es el Parque de Nara, sus infinitos ciervos, sus templos y sus museos.
Nada más salir de la estación, sin haber entrado en el propio Parque, ya te vas encontrando numerosos ciervos campando libre y alegremente por las aceras y los jardines. Son bastante tranquilos y te ignoran bastante, salvo que tengas chuches que puedas ofrecerle. El camino hasta llegar al parque está plagado de puestos callejeros de venta de unas galletas de tipo oblea para ciervos. La turistada típica es ofrecerle la galleta al ciervo, de forma que agache la cabeza simulando una reverencia, y en ese momento le acercas la galleta para que se la coma. La realidad es que estos ciervos se pasan el día comiendo galletas, así que es habitual que se ahorren la cortesía.
Chema: La mayoría de los ciervos tienen los cuernos afeitados y son pacíficos, pero parece que hay algunos que consiguen escapar a esos controles y mantener la cornamenta. Eso es algo a tener en cuenta si no vas con cuidado a hora de darles las chuches, ya que vimos a algunas personas un poco despistadas/confiadas que no conseguían dejarle claro a los ciervos que tenían que pedirlas educadamente, y no quitárselas a traición de las manos o los bolsillos.
Es destacable (y nos encantó) el Templo budista de Tōdai-ji, que contiene en su interior la estatua de buda hecha de bronce más grande del mundo con casi 15 m de altura y unas 500 toneladas de peso. Junto al templo también se encuentra el Museo de Tōdai-ji que os recomiendo si tenéis tiempo, es corto y se ve bastante rápido. Contiene numerosas estatuas, esculturas y tesoros relacionados con el templo.
Si nos adentramos en el parque, llegaremos facilmente a otra de las joyas de Nara, el Templo sintoísta de Kasuga-Taisha. Este templo, en un estado de conservación impecable como muchos otros, destaca por su colección de innumerables farolillos, incluyendo un altar que recorres en completa oscuridad con la única luz de varias filas de farolillos. Un lugar muy especial y recomendable, tanto por sí mismo como por el camino hasta llegar a él.
Hay otras paradas interesantes como el Jardín Botánico, el Museo Nacional de Nara, o el templo budista de Kōfuku-ji, del que se conserva (reconstruída muchas veces, como casi todo) una gran pagoda de 5 plantas,
Próximas paradas: ¡Himeji, Hiroshima y Miyajima!